Soy un firme convencido de que la felicidad está en lo cotidiano, en aquellos pequeños gestos, detalles que normalmente las prisas hacen que pasemos por alto pero que una vez te paras a contemplar, disfrutas hasta poder encontrar la esencia de la vida.
Despertarse junto a quien quieres con los rayos del sol que entran por la ventana; el olor a café recién hecho que inunda la casa; el embriagarse con el aroma de un pan recién hecho, ése al que no te puedes resistir pegar un pellizco y llevártelo a la boca, ése que no hace falta tostar, basta con echarle un buen aceite.
Amigos, lo pequeño es hermoso.
El camino que recorremos en busca de la felicidad, los pequeños detalles que percibimos y saboreamos, son en sí sentimientos de gozo que conforman un estado emocional tan subjetivo como difícil de describir.
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