Lo conseguimos. No fue un espejismo.
Conseguimos una democracia en la que la igualdad llegó a todos y cada uno de los estamentos de nuestro país. Por fin.
Cualquiera podía pegarse la mejor de las mariscadas. El mejor marisco de la mejor calidad, tanto para un presidente del Tribunal Supremo como para un sindicalista, para un político en Moncloa como para cualquier concejal en cualquier pequeño ayuntamiento, tanto para los de izquierdas como para los de derechas, para los de arriba y los de abajo. Todos.
Todos agasajados con cigalas de tronco (hembras, escogiditas y preñaítas de corales), gambas blancas de Huelva de 200 euros el kilo, langostinos tigre de Sanlúcar, ostras, percebes, bogavantes... Que no faltara de ná.
Eso sí, todos con dinero público. "Protocolo" como lo llama zoquete cuando es en Tomares.
Y ahora queridos amigos, la gota.
Panda de golfos redomaos, fiel reflejo de la sociedad que tenemos...
ResponderEliminarClaro, cómo vas a recibir a un presidente de un tribunal sin cigala tronco, en qué cabeza cabe...
ResponderEliminarEsto es lo que hay. Tós por igual. Y pelándolas con una mano.