Hace apenas dos días me cambió la vida de nuevo. 48 h con mi segundo hijo y se me vuelven a cambiar esquemas, visión diferente de lo que me rodea, sensaciones nuevas y sobretodo, una inmensa felicidad.
No sé sí dentro de esa percepción diferente de las cosas, de la nueva realidad, es lo que me ha hecho recordar en varias ocasiones la situación que viví justo al salir del paritorio (lo de dentro permitirme que lo guarde para mí, sí deciros que sí tenéis ocasión no lo dudéis, entrad...una experiencia increíble) a un lado del pasillo una camilla cómo la nuestra, con una mujer que podría ser la mía, ilusiones parecidas, sueños similares...nosotros de salida, juntos y con nuestro hijo, la de ella de entrada, sola, al quirófano, con barriga, pero sin hijo, no en está ocasión...su línea de color no ha sido cómo la mía, no ha tenido suerte...y me acuerdo de ella, de su cara, de cómo agaché la mirada para que la felicidad de mis ojos no la incomodara.
Está situación, dura, me hace llegar a una reflexión...puede tocarnos a cualquiera, es cuestión de fortuna, suerte, destino, ojalá nadie tuviera que pasar por un trago así, ojalá! Pero cómo no es posible, cómo inevitablemente va a seguir pasando, lo que no podemos permitir, lo que sí está en nuestra mano, es dejar que borren líneas, no podemos permitir que quiten colores, que cierren caminos, que aunque sean de sufrimiento, de dolor, al final de ellos nos llevan a un alivio, a una solución...
Te deseo lo mejor, amiga desconocida, pronta recuperación y mejor línea la próxima vez.
Os quiero amigos, soy un hombre feliz.
A mi brigada
ResponderEliminar