Bienvenido a "no valen crujios", lugar de esparcimiento físico, mental y espiritual, de una panda de indocumentados nacidos a finales de los 70. Nos asustaba un muñeco con pelos de cable que se llamaba la bruja avería, jugabamos en un campo de futbol con 5 esquinas, fuimos al médico con un dolor ficticio en el hombro para que nos vendaran estilo Oliver Altón, comiamos pollo con bollo en lo alto de un capo y con nuestras diferencias compartimos una de las cosas más importante en la vida, la amistad.
Nuestra máxima ,"un hombre que no tiene amigos desde pequeño, ni tiene amigos, ni es un hombre"
Nuestra máxima ,"un hombre que no tiene amigos desde pequeño, ni tiene amigos, ni es un hombre"
miércoles, 31 de julio de 2013
GARUM
¡Para ya, pater familias! - espetó Lucia Domitila al senador Favio Cornelio cuando se disponía a empezar su segundo litro de garum. Y es que aquella salsa, elaborada a partir de vísceras de pescado fermentadas al sol, le resultaba irresistible al gordo de Cornelio. Con el último bocado aún sin masticar adecentó su túnica y partió apresurado hacia la urbe.
Llegaba la hora sexta y allí estaba él, de pie, dentro del Templo de Júpiter Máximo, junto a todos los senadores, miembros del ejército, guardia pretoriana y por supuesto el Emperator. El azar le había colocado junto a su peor enemigo, el senador Quinto, que tampoco parecía cómodo con su ubicación. - Quinto, cacho de mierda - pensó.
El silencio era impresionante, más de dos mil personas dentro del templo y no se oía una mosca. Se procedía al sacrificio de quince bueyes en honor de Júpiter Máximo, por las victorias conseguidas por el Emperator en las últimas campañas. Nadie quitaba ojo a aquellos bueyes, silencio sepulcral.
Cornelio lo notó llegar, era imposible aguantarlo, y no podía desaprovecharlo. - Alguna utilidad tendrá - se decía a si mismo. Metió la mano sigilosamente bajo la túnica, mano en forma de cazoleta, dedos apretados con fuerza, interpuso la misma entre sus nalgas, apretó con fuerza y lo dejó brotar. Sólo por la temperatura del mismo supo rápidamente que aquello era algo colosal, fuera de lo común - gloria bendita, gloria bendita - susurraba. Cerró la mano con fuerza y miró a su derecha, y allí, hombro con hombro, estaba el bastardo de Quinto. Giró la cabeza hacia él, con una mirada tierna, llena de bondad, una mueca sonriente incluso. Quinto le devolvió extrañado la mirada, mientras que Cornelio colocaba lentamente su mano cerrada bajo la barbilla de su adversario. Nadie los miraba, nadie se percataba, todos estaban absortos en el ritual. Abrió la mano suavemente, como si dejase escapar una frágil mariposa, y es cuando el semblante de Quinto se trasformó en una mueca de sufrimiento infinito, de dolor, de calamidad.
¡HIJO DE LA GRAN PUTAAAAA! - gritó Quinto en medio de aquella gran sala del templo. No dio tiempo a nada, la guardia pretoriana clavaba sus gladios en distintas partes del cuerpo de aquél pobre senador.
Cornelio se alejaba despacio. Había sido colosal, único, una delicia, y no lo había podido disfrutar. Si hubiese estado en su domus, tranquilamente sentado en el jardín, habría sin duda aplicado la misma técnica para su autoconsumo. ¡Lastima! - pensó.
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Voy en el autobús descojonado.... Gracias Milord, Colosal, obra maestra... Jajajajajjajajajajjajajajjajajaj
ResponderEliminarTe has animado a escribir después de mis post no perraca!!! Me alegra tu regreso, como siempre inconmensurable!!¡
ResponderEliminarHacía tiempo que no me reía tanto, Pepol...eres un genio...un abrazo!
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