QUO VADIS?

Estaba sentado en su sillón preferido, aquél era su único consuelo, su refugio. Atrás quedaba aquella acalorada discusión con su jefe, el día de su despido. No entendía aún como después de haber dado tanto podía terminar aquello tan mal. Los resultados eran obvios, excelentes diría, pero decidían prescindir de mi, ahora que yo tanto los necesitaba. Previsión de decrecimiento en la empresa, aquello era suficiente para mandarlo a la venta del nabo:

Todo habría sido mucho más fácil si en su día no me hubiese dejado llevar. "Eso lo pagas poquito a poco... joder, con lo que ganas ¿te vas a preocupar?". Así llegaron el Mercedes, el chalet en Simón Verde, el pisito de la playa, los niños en el club social, la ropa de marca, los restaurantes semana sí, semana también. Aquel era el mundo que conocía, donde había hecho tantos y tantos amigos, que siempre estuvieron ahí para los partidos de golf, para la partida de dominó. Ahora nadie le llamaba, incluso le pareció que su pareja de padel habitual se había hecho el sueco el otro día, cuando le vio pasar junto a su coche.

¿Cómo puedo salir de ésta? Difícil. He recortado en todos los gastos fijos, he puesto a la venta el coche, la casa de la playa alquilada, el chalet de Simon Verde en venta, pero me es imposible afrontar el aluvión de gastos que se me avecina. Ni siquiera con el "rescate" de mi familia, con esas ayudas que me han prestado, es posible contener la situación. Y lo peor es que con mis 40 años, no voy a encontrar nada de nada, incluso con mi dilatada experiencia, con mis 18 años de vida laboral... nada, el vacío, la nada.

Quiero ahora disfrutar de mis hijos, intento conocerlos, pero quizás sea tarde. En su momento no les dediqué esos minutos, esas horas tan necesarias para que ahora me viesen como alguien en quién confiar, con quién hablar. Fueron muchas las horas que pasé en aquella puta oficina, muchas horas, y los momentos que tenía libres los invertía en un deporte que no sé para qué me ha servido; sigo fondón, estoy viejo, soy un trapo.

La necesidad imperiosa de deshacerme de todo permite darme cuenta de lo tonto que he sido. En realidad no necesito nada más que mi sillón, ver a mis hijos felices, oír una buena música tumbado acariciando la mano de mi mujer, una tarde con los amigos de siempre hablando de tiempos pretéritos. ¿Quién coño me metió en la puta sesera toda esta mierda? ¿quién coño me he creído siempre que soy? ¿de qué me sirven todas esas vaciladas que me pegaba delante de gente que nunca en realidad me importó? ¿qué necesidad tengo de haber arruinado mi vida, mi existencia?

Sin embargo estoy a tiempo, es hora de cambiar. Haré todo aquello que nunca hice, vivir para mi, no para los demás. Disfrutaré de lo poco que tenga, y sabré valorar cada instante que me da la vida. No me importará lo que digan o piensen de mi, ni para bien ni para mal. Abriré los ojos y seré consciente de donde vivo, de lo que me rodea, e intentaré cuidarlo, mimarlo. Sonreiré todos los días, y dedicaré un rato a mi mismo, a cortarme las uñas con tranquilidad, a reirme un rato con mis hijos, a degustar un buen plato de pasta. Solo necesito tiempo, quizás algo de dinero... ¿quién coño me metió en todo esto, joder? En definitiva, como siempre desearé lo que me es casi imposible conseguir. La paz, la tranquilidad, la estabilidad, se consiguen con esfuerzo y con sacrificio... aquél que yo gasté en la oficina, donde decía estar mejor que cambiando pañales, y en gimnasio, levantando pesas a las 10 de la noche como un auténtico jilipollas.