Crisis: A new opportunity

La mesa estaba llena de papeles con datos, gráficas, tablas, que conformaban una imagen caótica y desordenada. Llevaban meses buscando esa solución que les habían encomendado, con carácter secreto, y con visos de ser un mal prácticamente imposible de subsanar.

Los datos no arrojaban nada esperanzador. El crecimiento demográfico era el principal problema de la humanidad y causante de todos los demás. Los países pobres eran más pobres, y los ricos seguían creciendo sin mesura aumentando las diferencias existentes y esquilmando con su desarrollada tecnología todos los recursos disponibles. La biodiversidad caía en picado con tasas de extinción de especies similares a las acontecidas en grandes desastres naturales del pasado. El cambio climático actual avanzaba deprisa, sin dar margen a las especies para soportar dicho cambio, amenazando sobre todo a las plantaciones que abastecían a la humanidad. Los gobiernos mantenían su visión cortoplacista, y actuaban sin coordinarse unos con otros para buscar soluciones globales...

- Se manifiestan por cualquier nimiedad, como fieras, y sin embargo pocos lo hacen por el cambio climático, por la desigualdad en el mundo, cuando esto último empeorará sobresalientemente su vida y la de sus hijos - espetó Mike. - Sí, esa es la visión cortoplacista de la que te hablé, y es difícil luchar contra ella. Pocos son los que piensan y se preocupan del mañana, sólo importa hoy; lo que venga después no importa- respondió Fernández. Lo tenían muy difícil.

- Crecimiento. ¿Crecimiento? Todos están preocupados por el crecimiento, pero ¿nadie entiende que el crecimiento tiene que parar? ¿Nadie entiende que si seguimos creciendo económica, social, demográficamente estamos abocados al colapso? ¿Los governantes no entienden que ese camino no tiene retorno? ¿Nadie se plantea que hay que parar, asentar las bases de la civilización, repartir adecuadamente los flujos de recursos, establecer límites en el crecimiento demográfico, minimizar las diferencias entre el norte y el sur, o en caso contrario fracasaremos como especie?- Mike ya no podía más.

- Está claro que la inteligencia humana no ha frenado nuestros instintos más básicos: seguimos pavoneándonos para aparentar frente al resto, seguimos consumiendo desmedidamente siempre que podamos, seguimos intentando ser los líderes de nuestros semejantes a costa de cualquier otra cosa.- pensó en voz alta Fernández.

- ¡Lo tengo! - gritó Mike saltando de su asiento. - Pongámos la carnaza que necesitan, démosle lo que buscan. No tenemos otra forma de doblegarlos que haciéndoles sufrir golpeando en sus bolsillos. Ningún mensaje será más efectivo, más contundente.-

-¿Y?- preguntó interesado Fernández.

- Sí. Así todo vendrá solo, reventaremos el mal entendido "estado del bienestar", la gente tomará conciencia de lo que puede tener, de cuales son sus límites, disminuirá el gasto, todo se ralentizará. Muchos lo pasarán mal, desafortunadamente, culpables y no culpables, pero no queda otra. En una segunda fase tendremos que abordar el problema de la demografía mundial, pero empecemos desinflando el primer mundo. A este ritmo el sistema no aguantará ni medio siglo.- argumentó Mike.

-¿Y qué se te ha ocurrido?- preguntó ya nervioso Fernández.

- Avaricia. Dinero fácil. Se me ha ocurrido poner en el mercado un producto goloso, llamémoslo "subprime"...

He dicho.